La vida es tan corta como un suspiro. Las personas que nos rodea, todo lo que conocemos; puede cambiar en un instante. ¿Porque pasó tanto tiempo pensando en la muerte? A veces la veo como una vieja amiga, que está ahí, esperando a nuestro encuentro. A que llegue la hora de partir.
Pero qué pasa con lo que dejamos atrás. Lo que nos rodea. Nuestra vida, nuestra familia, nuestros amigos, nuestras cosas. Qué pasa con lo que solíamos hacer y los instantes que ocupaba nuestra existencia. Cuando ya no haya más. Ni una huella, ni un rastro de que alguna vez existimos?
Todo vuelve a su rutina. Y no es que le tenga miedo a morir. Le tengo miedo a lo que dejó. A la soledad, al fracaso. Al cambio.
¿Me pregunto si dejare huella, en esta vida? ¿Si habré cumplido mi propósito al final del camino? ¿Si mis pequeños actos, mis creencias y mi visión de vida, habrá inspirado a otros a ser el cambio que necesita el mundo? ¿Si al menos, alguien me recordará por aquello bueno que deje detrás?
Muchas incógnitas y pocas respuestas. Solo sé que cada día morimos un poco. Y llegara el día en que habrá que enfrentar nuestros miedos.
